Posted: 20 Sep 2013 08:42 AM PDT
En unos
días llega, al fin, la primavera física. Con ella y por razones diferentes
también debemos esperar la llegada de una primavera empresarial y política,
derivada del crecimiento de la clase media. ¿Por qué razón? Porque la clase
media, que para la mayoría de analistas engloba a cerca del 50% de la
población del país, tiene como característica principal, más allá de su
ingreso –que varía con el costo de vida de cada familia– su capacidad de
elegir qué hacer y consumir.
¿Qué es una familia pobre? Para
quienes estudiamos a la sociedad a partir del consumo y el bienestar, es
aquella que solamente puede cubrir sus necesidades básicas (alimentación,
vivienda simple, vestido) y que por tanto no puede decidir en qué tipo de
productos gastar. ¿Una familia rica? Es la que además puede satisfacer
decorosamente todas sus necesidades secundarias y sociales: colegio privado,
automóvil, compra de vivienda, diversión, ropa de moda, etc.
¿Y qué es una familia de clase
media? Aquella que además de sus necesidades básicas también satisface de
manera consistente algunas necesidades secundarias, pero no todas a la vez.
Debe por tanto elegir entre ir a un restaurante o comprar ropa de moda, o
entre estudiar un posgrado, adquirir un auto o ahorrar. Tiene entonces más
complejidad de decisión que los pobres y, paradójicamente, también más que
los ricos, pues debe elegir entre marcas y también entre categorías. ¿Dónde
se ubica usted, estimado lector?
El gran crecimiento de la
capacidad de consumo de esta clase media genera entonces en las empresas el
desafío de convencerlas doblemente. Primero de que elijan su categoría (que
salga a comer o ahorrar en vez de comprar ropa) y después de que elijan su
marca (que vaya a su restaurante o su banco y no al del vecino).
En segundo lugar, de
conquistarlos, pues dos de cada tres miembros de esta clase media vienen de
familias migrantes y no tienen aún lealtad hacia marcas ni categorías, lo que
presenta una gran oportunidad para quien tome la delantera en servirlos
mejor. Quien llegue primero tendrá con ellas la gran ventaja del primer amor.
Paralelamente ocurre un fenómeno
de empoderamiento ciudadano, pues cada vez que alguien elige un consumo, se
hace consciente de su fuerza y ve que puede imponer condiciones a las
empresas. El paso natural es luego trasladar ese sentimiento a sus gobiernos
y autoridades, como vemos en Chile, donde las clases medias se movilizan para
exigir educación. O en Egipto, con la primavera árabe exigiendo libertad.
También por cierto en Perú, donde exigen seguridad y protestan contra el
Congreso. Su poder económico les da poder político.
Este florecimiento social impone
un desafío a aquellos gobiernos que, por ejemplo, se esfuerzan en satisfacer
–válidamente– las necesidades básicas de los más pobres pero descuidan
atender las necesidades trascendentes de las nuevas mayorías. Y lo impone
también a los partidos nacionales, que están perdiendo la batalla contra el
toro, el haba y los miles de símbolos de los pequeños partidos locales. La
fuerza de un nuevo ciudadano crece, y aún pocos lo entienden.
En fin, la buena noticia es que el
gran crecimiento de la clase media está generando un círculo virtuoso
económico y político. La mala, es que si no cuidamos bien a los brotes que
crecen, las flores que nazcan en esta primavera podrían no tener el olor que
esperamos.
Fuente: Diario El Comercio /
20-09-2013
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viernes, 20 de septiembre de 2013
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